miércoles, diciembre 02, 2009

LO QUE QUEDÓ EL 17-O: SOLIDARIDAD


Lo que quedó del 17-O: solidaridad
Fernando Magallanes jem@arcol.org


Ya hace más de un mes que se congregó en la capital española la multitudinaria manifestación por la vida. Mediáticamente se le bautizó con el nombre de 17-O (diecisiete de octubre).

A ella asistieron políticos aunque no la promovió ningún partido. Tampoco fue una manifestación confesional aunque se hallaban presentes sacerdotes, religiosos y religiosas. La convocaron asociaciones, organizaciones no gubernamentales y grupos a favor de la vida, apoyados también con la presencia de representantes de sus homólogos de países europeos y americanos: Argentina, Alemania, Brasil, Estados Unidos, Francia, México, etc. Pero sobre todo fue una manifestación ciudadana: bebés y niños pequeños con sus padres, chicos y chicas jóvenes cantando y bailando, familias enteras se encontraba allí.

Ha sido una de las mayores manifestaciones civiles en España en los últimos 30 años. ¿Cuántas personas se movilizaron? La agencia informativa gubernamental Efe hablaba de 58.171 y el diario español El País de 265.000, algo completamente inverosímil. El gobierno regional de Madrid de 1.200.000, mientras que los organizadores de la manifestación en cambio, de cerca de 2.000.000. Aún con divergencias, las última dos son cifras aplastantes frente a cualquier otro tipo de manifestación.

¿Cuál era el motivo principal? La defensa de toda vida humana. Y de modo particular el descontento ciudadano por el proyecto de ley impulsado por el gobierno socialista que pretende imponer una legislación de indicaciones y plazos que permita el aborto libre y el acceso del mismo a niñas 16 años sin el consentimiento paterno. Benigno Blanco, presidente del Foro Español de la Familia, uno de los grupos organizadores, declaró al semanario Alfa y Omega que luchará durante “meses y años hasta lograr que no haya ni un solo aborto”.

Pero después de un mes, ¿surtió efecto?, ¿qué quedó de esa manifestación? La ley despenalizadora del aborto en 1985 que ha permitido el asesinato de 112.000 inocentes en 2007 continúa en vigor. De nuevo, Benigno Blanco afirmaba: “Con carácter inmediato no va a suceder [nada] –ya nos gustaría–. Pero a largo plazo no pueden dejar de escucharnos”.

Del 17-O quedó algo: solidaridad. Algo así como el movimiento producido en Polonia bajo el gobierno comunista de la década de los ochenta. Un electricista en paro, Lech Walesa, se erigió en representante de las necesidades sociales. De la manifestación de los astilleros en Gdansk y de la ebullición de todo el país, nació el sindicato Solidarnosc (Solidaridad, en polaco), que expresaba precisamente el sentimiento común ciudadano: no se podía continuar con el desprecio de los derechos fundamentales del ser humano: el derecho a la vida, a la libertad de religión y de conciencia, de asociación, de huelga, de igualdad ante la ley. Józef Tischner definió la fundación del sindicato como un “bosque inmenso plantado por conciencias que han despertado” (cf. George Weigel, Testigo de esperanza, Plaza&Janes, 1999, p. 440).

Solidarnosc despertó la conciencia de la dignidad humana en los polacos. Y todo el movimiento social, político y religioso que lo acompañaba terminó por desbancar a un gobierno socialista injusto, a pesar de éste mismo y la URRS trataran de impedirlo con el arresto de los dirigentes en 1981 por órdenes del general Jaruzelski o de una posible invasión soviética.

Un despertar y un mismo sentir de la conciencia ciudadana que reclama el respeto de un derecho fundamental del hombre: el derecho a la vida. Esto es lo que ha suscitado la movilización de Madrid.

Solidaridad es lo que ha quedado del 17-O. Solidaridad con las víctimas del aborto: con los miles de seres humanos inocentes sacrificados por una ley injusta; con las madres destrozadas por el asesinato del hijo de sus entrañas. Y solidaridad de los ciudadanos entre sí, pues significó el despertar social que tiene vocación internacional. La estadounidense Nicole Carton, representante de 44 entidades norteamericanas provida, dijo: “Si queremos un mundo donde reine la paz de verdad, le toca a cada país defender los derechos básicos de todos ser humano. Va a hacer falta unir fuerzas y apoyarnos mutuamente si queremos conseguir leyes que protejan a los más débiles”.

Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, en el XI Congreso de Católicos y vida pública celebrado en España refirió lo siguiente acerca del 17-O: “Como alemán, tengo que reconocer que este compromiso […] por la dignidad de la vida, de las personas y de la familia, me da un poco de envidia. […] Espero que el ejemplo de firmeza española pueda despertar a mis compatriotas, para que Europa –como la entendieron hombres como Robert Schumann y el cardenal Herrera Oria– no pierda la hora de su salvación” (cf. Alfa y Omega, 19.11.09).

El despertar solidario que han sembrado los ciudadanos a favor de la vida es el primer paso. Aunque no tendrá un efecto inmediato, a la larga como declaró Blanco, no podrán dejar de escucharlos. Y es así, a largo plazo, pero muy claro en la conciencia popular de que “cada vida importa”, como reza el manifiesto de las asociaciones convocantes del 17-O, que se ganará la batalla por la defensa de toda vida humana.

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