miércoles, diciembre 02, 2009

EUROPA, TU ERES CRISTIANA



Europa, tú eres cristiana
José de Jesús García jem@arcol.org


La Unión Europea no es producto de la generación espontánea. Es el fruto maduro de un proceso impulsado por dos motores. Uno es el sentido de reconciliación después de la atroz Segunda Guerra Mundial. El otro es el concepto de Europa como un sujeto histórico, realidad cultural “destinada” a convertirse en unión debido a las raíces comunes de los estados que la componen.

Las naciones europeas son distintas entre sí. Sin embargo Europa es unión porque aprovecha las diferencias positivas y supera las conflictivas. Esta unión es como un enorme mosaico polícromo en el cual los elementos propios de cada nación se ordenan en un conjunto armonioso. Los estados participan del derecho romano y germánico, de la democracia, de algunas ideas del Iluminismo, del amor al progreso a través del trabajo… Sin embargo, la base común es el cristianismo, cultura viva compartida.

Europa no es sólo un lugar geográfico. Es una realidad cultural, histórica, moral, una comunidad de personas que no podrá construir un futuro prometedor si prescinde de su historia y de sus valores. El cristianismo ha contribuido en manera determinante a descubrir y consolidar en la cultura occidental valores fundamentales. La dignidad trascendente de la persona humana, los derechos humanos, el valor de la razón, de la libertad, de la democracia, del Estado de Derecho y la legítima laicidad del Estado, que distingue correctamente entre política y religión, son algunos ejemplos.

Negar la evidencia en nombre del laicismo y de la falsa tolerancia es negarle a Europa su identidad, es rechazar el pluralismo, los derechos humanos… de los que estamos tan orgullosos. La construcción de la sociedad de la Unión Europea exige una moral compartida, condición sin la cual deja de estar unida, quedando sólo trozos que quisieran ser estados “autónomos”, arruinando la armonía del gran mosaico. Es necesario que las leyes establezcan un sentido colectivo del cual derive una moralidad común que al mismo tiempo respete la autodeterminación de cada persona, es decir, su libertad.

El 3 de noviembre de 2009 la Corte Europea de Estrasburgo de los derechos humanos pronunció una sentencia –no vinculante- contra Italia, por tener crucifijos expuestos en las escuelas. Se puede hablar de un atentado contra la base cultural de Europa y de un pésimo ejemplo de tolerancia.

¿Por qué Europa –y dentro de ella Italia- no debería reflejar la herencia cristiana que la fundamenta? A los que niegan esta herencia van dirigidas estas palabras de Juan Pablo II: "la marginación de las religiones que han contribuido y siguen contribuyendo a la cultura y al humanismo de los que Europa se siente legítimamente orgullosa, me parece que es al mismo tiempo una injusticia y un error de perspectiva. Reconocer un hecho histórico innegable no significa en absoluto ignorar la exigencia moderna de una justa condición laica de los Estados y, por tanto, de Europa" (Discurso al Cuerpo diplomático, 10 de enero de 2002).

La Corte de Estrasburgo considera que la presencia del crucifijo en las escuelas constituye una violación “de los derechos que los padres tienen de educar a su hijos según sus propias convicciones” y “de la libertad de los alumnos”. Parece que Estrasburgo ignora la realidad italiana (también la europea) y su historia: la exposición del crucifijo en lugares públicos está armonizada con los principios del catolicismo, reconocidos como parte del patrimonio histórico del pueblo italiano y confirmados por el Concordado de 1984, que regula la relación Iglesia-Estado.

La identidad nacional y los orígenes espirituales, históricos y culturales no se deben separar. La realidad se admite, no se inventa. Europa –incluida la Corte de Estrasburgo- debe asumir el reto de la historia: ofrecer a otros continentes un modelo de cómo armonizar fe y razón, cultura y religión, cristianismo y pensamiento laico, comunidad eclesial y comunidad política y social. Recuerda, Europa, tú eres cristiana.

No hay comentarios: