miércoles, abril 29, 2009

Y LA FAMILIA ¿QUE?


Y la familia, ¿qué?
Norma Mendoza Alexandry
nmendoza_alexandry@hotmail.com


Desde hace algunos años, podríamos decir desde la segunda mitad del siglo pasado, la posición de la mujer en la sociedad humana ha dado origen a una discusión que se conoce como la “cuestión femenina”.

Esto ha dado lugar a lo que se llama el ‘movimiento para la emancipación de las mujeres’. Tanto en teoría como en la práctica, la manera en que actuamos dentro de la sociedad varía según la visión que uno tenga de la vida. Y ¿cómo adquirimos una visión correcta de la vida?

Parece sencillo decir que buscar una visión correcta de la vida consiste en buscar la mejora de la persona como ser individual y como ser social. Estas dos mejoras se complementan entre sí. El mejor lugar para lograrlas es la familia que es comunidad de vida y de amor y escuela de virtudes individuales y sociales.

Pero qué pasa en el mundo real: la mujer de hoy ya no se inclina necesariamente por permanecer 100% en el hogar al cuidado de los hijos. La vida de muchas personas de hoy es un dejarse llevar por los acontecimientos y circunstancias, es adaptarse de forma pasiva y cómoda a la vida que otros le dan ya hecha; es un estado de indecisión permanente, es una vida quizá sin proyectos personales.

En la sociedad actual muchas madres de familia dejan al cuidado de otros la educación de sus hijos. Una de las banderas que enarbolan varios partidos políticos es proveer de mayor número de guarderías; lo que no se sabe es qué tipo de educación reciben quienes están a cargo de los niños en ellas. Esta no es la única opción, muchas abuelas (y pocos abuelos) son quienes en ocasiones se hacen cargo de los nietos, de una o más hijas (os), mientras los padres trabajan.

Pero, ¿les corresponde a ellas la principal responsabilidad de su educación? Pensemos que efectivamente son de gran ayuda, pero no tienen ya energía suficiente para dar una crianza de “como si fueran” los mismos padres y además la etapa en que vivieron y la etapa en la que deberán vivir sus nietos es muy distinta; como ejemplo tenemos los cambios tecnológicos (internet, TV satelital, I pods, etc), los cambios pedagógicos, etc. Los niños muchas veces son dejados a su ‘cuidado’ hasta entrada la noche. Y ¿qué pasa los fines de semana? Pues los padres tienen derecho a divertirse, a ir al cine, teatro, o con sus amigos… Ah! Pero allí está la abuela que los cuida muy bien, también en los fines de semana.

En otras ocasiones la mujer ¿debe trabajar tiempo completo para el sustento familiar? O será que es necesario tener dos coches último modelo, uno para él y otro para ella; o es necesario tener dinero para vestirse a la moda o pasar unas vacaciones en el mejor hotel de alguna playa. ¿Es esta la unión familiar que contiene calidad en la enseñanza, es decir, un proceso de asimilación cultural y moral?

En la sociedad actual los hijos se encuentran con muchas “invitaciones” para dejar su vida en manos ajenas, a ejemplo de la actuación de sus padres. Y pueden ceder a la invitación si no han aprendido a dirigir su propia vida. Y me pregunto ¿cómo aprenderán a dirigir su vida si la mayor parte de su crianza la pasaron fuera del hogar, en donde no son tratados individualmente?

El hombre y la mujer nacen libres, pero sin saber qué es usar su libertad. Son víctimas de limitaciones internas de su libertad (la ignorancia, la pereza, el egoísmo, la comodidad, la rigidez). Se resisten a adoptar decisiones personales y a aceptar las consecuencias de sus propios actos; tienden a hacer lo que les gusta y apetece y no lo que verdaderamente quiere o debe querer. Por ello, la libertad debe ser educada desde los primeros años por el padre y la madre, quienes son los principales educadores de sus hijos en el ámbito familiar.

Un educador dice: “Educar la libertad implica fomentar conductas libres. Por eso el auténtico educador, sobre todo el padre de familia, es el que configura la personalidad del hijo para que pueda ser libre”.

Educar la libertad de los hijos es algo más que favorecer conductas autónomas. Lo que educa no es simplemente “poder hacer” sino “poder hacer el bien” que es lo que enriquece a la persona. Se trata de que los hijos mejoren en función de valores verdaderos, de ideales que den sentido a la vida, que se basen en una correcta interpretación de la vida y que tenga coherencia interna. La persona madura, responsable, es leal con los proyectos que entrañan compromiso. Un hijo es un compromiso ineludible para el padre y para la madre. La orientación personal que los padres proporcionan a sus hijos es educación individualizada referida a problemas personales típicos de la vida.

La profesora e investigadora Jennifer Roback Morse de la Universidad de Stanford, E.U.A., en su libro “Love and Economics” (“Amor y Economía”; Cf. Ruth Institute Books) afirma: “la familia es insustituible no sólo en el sentido del papel único que los padres tienen en la vida de su hijo(s), sino porque la misma institución familiar no tiene un sustituto similarmente efectivo”.

Morse afirma que el rol primario de la familia es el relacional. Claramente algunas familias llevan a cabo estas tareas mejor que otras, pero ninguna otra institución lo hace mejor que la familia. Menciona las estadísticas de una serie de estudios que documentan los efectos adversos en los niños que se crían en familias con un solo progenitor: pobreza, resultados educativos más bajos y problemas de comportamiento.

El papel del padre es más que el económico. Su contribución al desarrollo moral de los niños es algo que la sociedad muchas veces ignora, “la verdadera cuestión no es si mujeres y hombres son diferentes, sino cómo la diferencia permite que cada uno contribuya con algo especial al desarrollo moral de los niños”. La misma autora dice más adelante: “La libertad tiene límites. Cada generación no es libre de re-definir a la familia y sus obligaciones. Algunas virtudes y obligaciones son y serán siempre indispensables”, concluye.

Para finalizar, un principio para todas las culturas y sociedades: “Es en el hogar en donde uno aprende a vivir realmente, a valorar la vida y la salud, la libertad y la paz, la justicia y la verdad, el trabajo, la cooperación y el respeto” (Benedicto XVI).

MODERNIDAD Y DOGMATISMO


Modernidad y dogmatismo
Fernando Pascual
fpa@arcol.org


Un importante sector del mundo moderno tiene sus propios dogmas, aunque no siempre sea consciente de ello. Por eso cae muchas veces en actitudes dogmáticas, exclusivistas e intolerantes.

Porque es dogmatismo considerar que sólo la propia visión merece ser propuesta y difundida, mientras las demás propuestas han de ser rechazadas y marginadas en la vida social.

Porque es dogmatismo defender que sólo ciertas ideologías tienen derecho a la libertad de expresión, mientras las demás ideas sufren una persecución más o menos sutil.

Porque es dogmatismo pedir al Papa y a los obispos que no enseñen principios éticos que no gustan a las mayorías de un parlamento o a importantes organizaciones nacionales o internacionales.

Porque es dogmatismo aceptar como verdad científica lo que es simplemente una teoría que puede mejorar o ser rechazada sólo desde una confrontación abierta, pluralista y sin prejuicios ni imposiciones, confrontación que hace posible el auténtico progreso científico.

Porque es dogmatismo creer que existe un único camino, el uso de los preservativos, para detener el terrible avance de epidemias como la del SIDA, cuando la medicina y la reflexión ética pueden y deben mantener una actitud abierta a otras posibilidades, sobre todo si hay alternativas avaladas por buenos principios éticos y por resultados nada despreciables.

Porque es dogmatismo votar una resolución contra las declaraciones del Papa, una autoridad religiosa que tiene derecho a manifestar sus propias ideas, cuando el pluralismo y la libertad de expresión constituyen un principio básico para la existencia de las democracias.

Porque es dogmatismo encerrarse en un punto de vista considerado como verdadero sin abrirse a la perspectiva que permite el progreso auténtico del conocimiento humano.

Ninguna sociedad sana y abierta puede vivir desde dogmatismos peligrosos ni desde ideologías aferradas a prejuicios que parecen más propios de dictadores del pasado que de personas maduras y capacitadas para dialogar de modo constructivo.

Hace falta ir más allá de posiciones rígidas para construir un mundo más abierto y tolerante. Sólo así podemos buscar soluciones a los grandes problemas que afligen a millones de seres humanos. Sólo así logramos una actitud dialogante que permite reconocer criterios y valores auténticos, universales y justos, promotores de una sana convivencia y de una tolerancia basada en los derechos humanos fundamentales.

MISS CALIFORNIA Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN


Miss California y la libertad de expresión
Carolina López
carolina.garza@gmail.com


Algo inusual sucedió el domingo 19 de abril en la ciudad de Las Vegas, durante el certamen para elegir a la mujer más bella de los Estados Unidos.

Miss Carolina del Norte, Kristen Dalton, fue elegida Miss USA, pero la cobertura periodística no se centró en la ganadora, sino en la representante de California, Carrie Prejean.

La hermosa chica de 21 años quedó entre las finalistas. Entonces llegó la tradicional ronda de preguntas en donde Miss California debía responder la pregunta del juez Mario Lavandeira, un blogger conocido en el mundo del espectáculo como Pérez Hilton: “Vermont se convirtió recientemente en el cuarto estado en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Cree usted que los demás estados deberían seguir su ejemplo? ¿Por qué sí o por qué no?”

Carrie Prejean respondió: “Creo que es fantástico que los estadounidenses puedan elegir lo uno o lo otro. Vivimos en una tierra en que se puede elegir el matrimonio entre personas del mismo sexo y el matrimonio heterosexual, pero… creo que el matrimonio debe de ser entre un hombre y una mujer. Sin ofender a nadie, pero así es como me criaron y así es como debe ser: entre un hombre y una mujer.

Acto seguido, se escucharon en la sala algunos insultos y abucheos, pero la mayor parte del público aplaudió la respuesta de Miss California.

Minutos después le dieron la corona a Miss Carolina del Norte. Carrie Prejean se conformó con el segundo lugar.

Sin embargo, lo que más sorprendió a la opinión pública y ha causado gran polémica en el vecino país, fue la agresión verbal del propio juez Pérez Hilton a la concursante. Sin el más mínimo profesionalismo, ni respeto a la libertad ajena, y más aún de una dama, le propició a la joven de California una serie de insultos. Además la acusó de ignorante y le dijo que su respuesta le costó la corona.

A pesar de lo anterior, esta joven valiente y congruente con sus principios, declaró a los medios de su país que ella está feliz de haber mantenido su respuesta.

“Me costó la corona, dijo, pero no la habría tenido de otra forma”. “Dije lo que siento. Manifesté una opinión verdadera para mí y es todo lo que puedo hacer”, explicó a los medios.

Al ser cuestionada sobre la actitud del juez Pérez Hilton contra ella, con determinación respondió: “Es un tema muy sensible (…) Pero me criaron de una forma en la que uno nunca puede comprometer sus creencias y sus opiniones”.

El video puede ser visto en:




Por todo lo anterior, a lo largo de la semana noticieros y programas periodísticos en los Estados Unidos, le han dado gran cobertura a este tema.

Lo más extraño del caso, dijo O’Reilly, famoso periodista de Fox News, en su programa del jueves por la noche, que estos ataques siempre se dan a quienes defienden la ley natural o los valores humanos y religiosos. “Qué hubiera pasado, cuestionó el comunicador, si Sean Penn (actor y activista liberal) hubiese declarado algo controvertido”. El ‘hachazo’ siempre va, señaló O’Reilly, a quienes pretenden conservar los valores”.

El punto es que lo sucedido en Las Vegas el domingo 19 de abril, es una prueba más de que la bandera de la tolerancia y respeto de la libertad ajena, ondeada desde hace siglos en los Estados Unidos, hoy por hoy se ha convertido en una farsa, en un simple mito. La verdadera libertad, al menos en ese país, es una libertad teórica pues en la práctica lo nuevo es el tratar de imponer los gustos y preferencias de ciertos grupos y organizaciones. Y quien no sigue sus ideas se atiene, como le pasó a Miss California, a agresiones verbales, descalificaciones e incluso llegar a perder un título de belleza.

En esta época, tristemente cientos de personas ya no se toman en serio la libertad de otros. Pero lo que más vemos es que cada día les cuesta más trabajo a quienes defienden ideas contrarias a ley natural, sustraerse a esta tendencia de intolerancia que demostró el juez Pérez Hilton durante el certamen de Miss USA.

Así las cosas. Ante la mirada atónita de millones de espectadores, se esfuma la libertad de opinión en los Estados Unidos. La pregunta es: ¿Cómo andarán los países que no ondean esta bandera?

EL DESPEÑADERO


El despeñadero
Miguel Aranguren
http://www.miguelaranguren.com/


Aseguraba San Josemaría, hace ya setenta y cinco años, que “Estas crisis mundiales son crisis de santos”. Semejante aserto parece que ni pintado para ilustrar lo que está sucediendo en el mundo y, más en concreto, dentro de nuestra vieja España, en donde parece que al grito del “y tú más”, saltan cada día los trapos sucios no sólo de quienes nos gobiernan, sino de quienes deberían velar ese gobierno desde cada uno de los estamentos previstos en un país civilizado.

Las noticias que abren los periódicos podrían resumirse en aquel refrán: “Cree el ladrón que todos son de su condición”, ya que hasta el más guapo aparece salpicado por todos y cada uno de los pecados capitales (¿los recuerdan? Soberbia, gula, avaricia, ira, lujuria y pereza).

La crisis, esta crisis que desde hace meses lo empaña todo, no es un problema laboral ni bancario. Es la crisis del hombre postmoderno, la del burgués que confeccionó sus levitas en la Francia luminosa de la guillotina para despedirse definitivamente de la trascendencia; la del otro que sustituyó la moral natural por una pretendida sabiduría relativa; la del que confeccionó un mundo urbano sobre las cenizas de dos guerras, apoyado en un bienestar fofo que necesitaba, para justificarse, una revolución sexual a cualquier precio (¡pobres niños que asesinamos en los quirófanos!) y el finiquito definitivo de la familia.

Sin Dios, sin moral, sin familia, la vida se convierte en una carrera ciega hacia el despeñadero. Y quien la corre, disfraza su egoísmo con una educada solidaridad mientras se llena el bolsillo de aquello que no le pertenece, arramblando la estabilidad conyugal y la de los hijos, si fuera menester. Este es, en suma, el penoso retrato de un desastre.

Pero si la crisis es consecuencia de la falta de santidad, es decir, de la ausencia de hombres y mujeres cabales, dispuestos a luchar por ser mejores y hacer un mundo mejor, tal vez tengamos que prestar menos atención a las medidas gubernamentales, mundiales incluso, y empezar a examinar cómo está el patio. El nuestro, quiero decir. El mío y el tuyo, querido lector. Y una vez lo ordenemos y limpiemos, salir a la calle para comunicar la urgencia por recuperar al hombre auténtico, no ésta caricatura lastimera que parece vivir su ocaso.

SUSAN, TODOS TE PEDIMOS PERDÓN


Susan, todos te pedimos perdón
Jorge Enrique Mújica
jem@arcol.org


No, no fue su estupenda interpretación de I dreamed a dream lo que me cautivó. Tampoco fueron las altas notas de calificación de los tres jueces ni las imágenes de un público rendido ante una mujer regordeta, cabello desaliñado y 47 años de edad.

Antes de entrar en escena, las imágenes nos la presentan comiendo, con todas las poses de lo que podríamos llamar una anti-diva. Le preguntan si está nerviosa y responde “sí, pero tengo fe”. Y cuando al fin entra al estrado, la rechifla burlona y las risas mordaces se apoderan del auditorio del programa Britain's Got Talent, ante la apariencia externa de esta soltera y desempleada escocesa.

Susan Boyle no se apoca. Responde con una sonrisa que refleja una inocencia jamás perdida y una sinceridad que hace dudar al jurado sobre la idoneidad de la concursante: “Ser una cantante profesional”, es la respuesta al interrogatorio sobre cuál es su sueño. Y cuando le preguntan por qué todavía no lo es, contesta: “No he tenido la oportunidad antes, pero espero que esto cambie”. Había llegado el momento. Era el 11 de abril de 2009.

Apenas iniciar las primeras palabras de la canción, las cámaras nos muestran cómo en el rostro de los tres inquisidores se va dibujando una cara de sorpresa. Y cuando Susan lleva al clímax esa pieza de Los Miserables (en español el título es Soñé un sueño), de modo natural nos damos cuenta que el sueño ya se estaba haciendo realidad. En el mismo momento, Amanda, uno de los jueces, se pone de pie para aplaudir, con lágrimas en los ojos, a Boyle.

“Siempre he querido actuar para un gran público”, había afirmado Susan antes de empezar la canción. Comenzó a salir del escenario siendo que el jurado aún no daba su veredicto. Y la tuvieron que hacer volver. “Cuando te presentaste diciendo que querías ser como Elain Paige todos se rieron de ti. Nadie se ríe ahora. Nos has dejado impactados. Increíble”, le dijo Piers, uno de los jueces. Momentos después el mismo Piers diría que le daba el mayor “sí” que había dado en tres años del programa. Y Amanda añadió: “Estoy muy ilusionada porque todos estaban en contra tuya. Todos hemos sido muy cínicos. Esta es la mayor llamada de atención y debo decir que fue un completo privilegio oírte”.

Desgraciadamente, aprovechándose de la fama que a pulso de humildad y esfuerzo se ganó Boyle, una jauría soez la ha querido contagiar de su perfidia invitándola a participar en una película pornográfica por, según dicen, un millón de dólares. Kick Ass Films es la maquiladora que se colgó del buen nombre de Susan para dar a hablar de sí misma. Y es que otra de las virtudes que adornan a Susan Boyle es la de la virginidad.

Susan canta desde los 12 años. Su voz ha sido el vehículo de oración con que ha rezado a Dios en el coro de una parroquia católica en Blacknurn, Escocia. Su madre, quien murió hace dos años, fue quien la animó y ayudó a formar su voz adecuadamente. Soltera y con siete hermanos, Susan declaró posteriormente al The Times Online que la hostilidad inicial del público se debió a que “la sociedad moderna es muy dada a juzgar a las personas por su apariencia […] No se puede hacer mucho al respecto porque es la manera cómo piensan, es su forma de ser. Pero tal vez esto les puede enseñar una lección, sentar un precedente”.

“Nunca se vanaglorió de su voz, esta es la primera vez que ha sido reconocida públicamente. Es un alma tranquila”, declaró el padre Ryszard Holuka, párroco de la iglesia a la que asiste Susan, al The Washington Post.

El caso de Susan Boyle conmueve e impacta profundamente. Cautiva porque es el testimonio de una persona sin respeto humano, que se muestra sin el maquillaje de las apariencias y nos permite ver la belleza de diversas virtudes hechas vida. Susan nos recuerda que las personas valen por lo que son y no por lo que aparentan; nos catapulta al plano de la valoración de la perseverancia en el deseo de cumplir los propios sueños y de la tenacidad que no se rinde al “no se puede”.

Susan Boyle es también una invitación a un examen de conciencia, a un re-encauzar nuestros prejuicios al plano del pensar bien de todos. Por eso, pedir disculpas a esta mujer es hacerlo respecto a todas aquellas Susanas anónimas con las que nos topamos a diario. Bien lo decía Amanda, uno de los miembros del jurado de Britain's Got Talent, hemos sido cínicos, pero esta es una llamada de alerta.

Se puede ver el video con la participación de Susan Boyle en:
http://www.youtube.com/watch?v=9lp0IWv8QZY

lunes, abril 13, 2009

LOS TESOROS DE LA IGLESIA

Traigo éste interesante artículo porque desmonta
demagogias, con la riqueza de la Iglesia y los pobres de Africa.
Está muy claro que todo es pura ignorancia.
Precisamente siempre han sido un tesoro en la Iglesia de Jesucristo, los pobres. Desde el principio.
Lo primero que hicieron los Apóstoles fué designar 7 Diáconos, que atendieran a los pobres y a las viudas.
La sociedad ha cambiado, y siempre ha sido una prioridad de la Iglesia la atención de los pobres allá donde esté.
¿Cambiar tesoros Vaticanos por comida para África?
Rodrigo Garza
rgarza@legionaries.org


"Cambio tesoros del Vaticano por comida para África. ¿Te apuntas?". Con este mensaje un internauta ha abierto un espacio en Facebook. En pocos días, se habían adherido 32.146 miembros (Cf. Agencia de noticias Zenit, 13 de marzo 2009).

No es coincidencia que una iniciativa de este tipo haya salido justo antes del viaje del Papa a África. ¿Qué se puede decir al respecto?

En primer lugar, sería interesante hablar de las obras de caridad que la Iglesia realiza en África, Asia y América Latina. En el continente africano la Iglesia católica atiende cientos de hospitales, centros de asistencia humanitaria y de escuelas. Estos centros pueden operar gracias a misioneros y misioneras y a un número considerable de voluntarios laicos católicos. Cada año la Santa Sede y numerosas ONG católicas aportan generosas sumas de dinero para ayudar alimentaria y sanitariamente ese continente.

Acerca de la posibilidad de vender los “tesoros” del Vaticano habría que hacerle notar a estos internautas que su propuesta es más complicada de lo que parece. La legislación italiana prohíbe la venta de las obras de arte que se encuentran en el Vaticano. Esto sería considerado un delito de extracción del patrimonio cultural de la nación. Por otra parte, el Vaticano no guarda celosamente un patrimonio artístico sino que lo pone a la vista de todo el mundo.

Cada día miles de peregrinos y turistas pueden visitar gratuitamente la Basílica de San Pedro y otros templos que contienen una gran riqueza cultural. Igualmente los museos Vaticanos acogen diariamente a miles de visitantes. Para las personas que no pueden pagar el boleto de ingreso, el museo ofrece una visita gratuita los últimos domingos de cada mes.

Si para erradicar la pobreza se necesitan vender las obras de arte del Vaticano, también se podrían vender los museos del Prado, Louvre y el Metropolitan Museum of Art junto con las obras de arte de todos los museos del mundo para combatir el hambre a nivel mundial. ¿Pero sería ésta la verdadera solución al problema de la pobreza?

En su espacio de facebook estas personas usan frases ofensivas contra la Iglesia católica como por ejemplo "Es una vergüenza ver las riquezas del Vaticano y después el telediario". Lo que sí es una vergüenza es que se gasten millones de euros en armamento. Es una vergüenza la cantidad de dinero que se dedica a realizar abortos en los países pobres. Claro, es más fácil matar niños que darles de comer. Son una vergüenza los fraudes financieros y la avaricia enfermiza que han causado, en parte, la actual crisis económica mundial.

Es verdad que también Judas se escandalizó cuando ungieron a Jesús en Betania. Pero el evangelista no dudó en aclarar el motivo de su escándalo cuando escribió: “Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella” (Jn 12,6).

La Santa Sede, después de la primera reunión del G-20 al inicio de la crisis económica, advirtió que “la crisis financiera se convertirá en una catástrofe si es gestionada únicamente por los países ricos” (Comunicado de la Santa Sede, 28 de noviembre de 2008). El viaje del Santo Padre a África de nuevo ha hecho una llamada de atención al mundo para promover la ayuda de la comunidad internacional a un continente fuertemente herido por la pobreza y el hambre. Durante el viaje de Roma a Yaundé a bordo del Boing 777 de Alitalia, el Papa comentó a los periodistas: “la solidaridad y la caridad forman parte de la catolicidad. Por tanto, precisamente de los católicos me espero algo más”.

Frente al problema social es necesario cambiar los corazones de los hombres. La clave que ilumina el camino hacia una verdadera solución social en África se encuentra en que “cada ser humano, incluso el más pobre y pequeño, está creado a imagen y semejanza de Dios” (Mensaje del Papa durante la misa en Yaundé, Camerún, el 19 de marzo de 2009). Por ello el Vicario de Cristo invitó finalmente en esta misa, ante más de 50 mil africanos, a estar atentos “en una época en que tantas personas sin escrúpulos quieren imponer el reino del dinero”.

El Santo Padre se ha convertido en el “abogado” del pueblo africano al que ha llevado el verdadero tesoro del Vaticano, Cristo, que es capaz de dar sentido a la vida de todos sus habitantes.

jueves, abril 09, 2009

SEMANA SANTA: PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR

Estan tomadas de los Pasos de Semana Santa de Valladolid

El Señor atado a la Columna es de Gregorio Fernandez.

El Santo Sepulcro también. Otras son de Berruguete.

He intentado solo que mi blog participara de estos días tan especiales acompañando a Jesús en su Pasión.

SEMANA SANTA EN VALLADOLID


Me he encontrado esta página de vidos de Semana SAnta en Valladolid: Preciosas.


miércoles, abril 08, 2009

NO SE LO DIGAS A MAMÁ




Mariló Montero es periodista, esposa (de Carlos Herrera, también periodista) y madre (de una adolescente). Es por esta última faceta por lo que más capacitada la veo para decir lo que ha escrito en este magnífico artículo.


No se lo digas a mamá


DIARIO DE SEVILLA
21/03/09

Mariló Montero


Me gustaría saber la identidad de los nueve expertos en los que la ministra Bibiana Aído se escuda para defender que una niña de dieciséis años puede abortar sin consultar con sus padres.


Me gustaría saber de qué son expertos y si son padres y madres.


Me gustaría saber en qué se fundamentan para decir que dejar tan dramática decisión en manos de una adolescente aterrada es lo mejor para ella.


Me gustaría saber si se han parado a pensar que esa criatura, tras mantener una relación sexual precipitada, va a empezar a sufrir lo que la literatura científica ya ha diagnosticado ante un aborto.El síndrome de aborto reúne quince síntomas psicológicos que van desde la angustia al sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, los terrores nocturnos, la depresión, los trastornos de alimentación o de la vida sexual. Síntomas que pueden llegar a aparecer, dicen los psicólogos de la Asociación de Víctimas del Aborto, incluso años después de haber abortado.


Me gustaría saber con qué valor lanza la joven ministra Aído, con una sonrisa, como quien anuncia un anticonceptivo novedoso, que una niña de dieciséis años está tan capacitada para abortar como para casarse.

Una niña de dieciséis años no está capacitada para abortar ni para casarse, por mucho que se esté normalizando lo que son parches en la vida.

Una cosa es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la familia.


Me gustaría saber quién le va a informar a una adolescente de dieciséis años de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a los padres y también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia. ¿En la mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé?


Me gustaría saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a las que nos enfrentamos para conquistar la confianza de nuestros hijos en la difícil adolescencia. Me gustaría saber el protocolo de actuación que se llevará a cabo cuando una niña de dieciséis años acuda al centro para abortar y cómo será tratada.

Me gustaría saber qué pretenden con esta propuesta de ley, que autoriza a que se rompa la confianza entre hijos y padres.

Y me gustaría saber qué se pretende de los padres el día que nuestra hija decidiera abortar en soledad. ¿La recibimos con un aplauso? ¿Le damos sopa caliente? ¿Le preguntamos si llegó a ponerle nombre? ¿O quién habría sido el padre? ¿Debemos obviar el tema, o celebrarlo con una barbacoa? ¿Trae esas instrucciones la nueva reforma de la ley del aborto?


Una cuestión más: ¿meterán en la cárcel a una madre que le discuta esa decisión a su hija adolescente? O es la ley del "no se lo digas a mamá porque no la necesitas". Señorita Aído, me gustaría saber si mi hija ha abortado sola.

Porque soy su madre.

RED MADRE: AL RESCATE DE LA VIDA


Es una entrada antigua pero muy interesante.



http://richardis-rincon.blogspot.com/2007/05/red-madre.html

EL SACERDOCIO Y LA APORTACIÓN DE LA MUJER A LA IGLESIA

El Sacerdocio y la aportación de la mujer a la Iglesia

Enrique Mújica

Sacerdocio y la aportación de la mujer en la Iglesia .

Hoy por hoy es más visible la participación de la mujer en organismos vaticanos. Es verdad que Benedicto XVI, hasta el momento, no ha realizado nombramientos al respecto sino que más bien ha mantenido en pie los ya realizados por Juan Pablo II (entre otros, el de la religiosa salesiana, sor Enrica Rosanna, subsecretaria para la congregación de los institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, y el de la doctora Mary Ann Glendon, presidenta de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales). Pero no todo ha quedado ahí. Para el sínodo sobre la Eucaristía de octubre de 2005, Benedicto XVI convocó a una docena de auditoras para participar en el mismo: desde la ex embajadora de Filipinas ante la Santa Sede, Enrietta Tambunting de Villa, hasta una fundadora, miembros seglares de movimientos eclesiales y, por supuesto, religiosas de distintas congregaciones. Otro tanto sucedió en el Sínodo sobre la Palabra de Dios de 2008. Propiamente hablando no se puede hacer referencia a una doctrina pontificia sobre la mujer. Ni el actual ni el pontificado anterior la tuvo. Y es que la feminidad no es doctrina de un Papa sino riqueza de la Iglesia entera. Con los documentos que sacó Juan Pablo II, el pontífice no hizo más que evidenciar lo que la Iglesia ha creído y defendido sobre la mujer apoyada en el principio paulino según el cual para los bautizados “ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer”. El motivo es que “todos somos uno en Cristo Jesús” (Cf. Gálatas 3, 28), “es decir, todos tenemos la misma dignidad de fondo, aunque cada uno con funciones específicas”. Es a la luz de esas funciones específicas que se debe captar la respuesta expresada a modo de negativa para el acceso de la mujer a las órdenes Sagradas. Y es que la Iglesia no se puede entender al modo democrático y meramente político. El que muchos quieran una aportación más clara y visible de la mujer en puestos de mayor responsabilidad parece inquietud justa entendida al modo meramente humano de paridad de oportunidades, pero no es así. “Como sabemos, el ministerio sacerdotal, procedente del Señor, está reservado a los varones, en cuanto que el ministerio sacerdotal es el gobierno en el sentido profundo, pues, en definitiva, es el Sacramento el que gobierna la Iglesia. Este es el punto decisivo. No es el hombre quien hace algo, sino que es el sacerdote fiel a su misión el que gobierna, en el sentido de que es el Sacramento, es decir, Cristo mismo mediante el Sacramento, quien gobierna, tanto a través de la Eucaristía como a través de los demás Sacramentos, y así siempre es Cristo quien preside”. Y es que el sacerdocio se ha llegado a interpretar como un derecho, cuando es un servicio propio del varón con vocación a servir. Interrogado sobre el tema de la aportación clara y visible de la mujer en la Iglesia, el Santo Padre declaró a los periodistas de Radio Vaticano y a cuatro cadenas alemanas (Bayerischer Rundfunk, ARD, ZDF y la Deutsche Welle): “…no hay que pensar que en la Iglesia la única posibilidad de desempeñar un papel importante es la de ser sacerdote. En la historia de la Iglesia hay muchísimas tareas y funciones. Basta recordar las hermanas de los Padre de la Iglesia, y la Edad Media, cuando grandes mujeres desempeñaron un papel muy decisivo, y también en la época moderna. Pensemos en Hildegarda de Bingen, que protestaba enérgicamente ante los obispos y el Papa; en Catalina de Siena y en Brígida de Suecia. También en los tiempos modernos las mujeres deben buscar siempre de nuevo -y nosotros con ellas- el lugar que les corresponde. Hoy están muy presentes en los dicasterios de la Santa Sede. Pero existe un problema jurídico: el de la jurisdicción, es decir, el hecho de que, según el derecho canónico, la facultad de tomar decisiones jurídicamente vinculantes va unida al Orden Sagrado” (Cf. La alegría de servir. Entrevista concedida por el Papa Benedicto XVI a Radio vaticana y a cuatro cadenas de televisión alemanas, 5 de agosto de 2006, n. 34: L´Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de agosto de 2006, p. 7.). Encontrar el lugar que les corresponda significa para el Papa que tienen un lugar; partiendo de ahí ahora hay que reencontrarlo o toparse con él por vez primera. No se trata de buscar nuevos lugares sino de retomar los que ya existen. Al decir “nosotros con ellas” está significando que para determinar si realmente el lugar reencontrado es efectivamente tal, debe contar con la confirmación de la autoridad respectiva. En marzo de 2006, un joven sacerdote preguntó al Papa: “¿Por qué no hacer que la mujer colabore en el gobierno de la Iglesia? Convendría promover el papel de la mujer también en el ámbito institucional y ver que su punto de vista es diverso del masculino…” La prensa mundial hizo grande eco de la pregunta y poco caso a la respuesta. El Papa respondió con ternura y profundidad: “Siempre me causa gran impresión, en el primer Canon, el Canon Romano, la oración especial por los sacerdotes. En esta humildad realista de los sacerdotes, nosotros, precisamente como pecadores, pedimos al Señor que nos ayude a ser sus siervos. En esta oración por el sacerdote, y sólo en esta, aparecen siete mujeres rodeando al sacerdote. Se presentan precisamente como las mujeres creyentes que nos ayudan en nuestro camino. Ciertamente, cada uno lo ha experimentado. Así, la Iglesia tiene una gran deuda de gratitud con respecto a las mujeres (…) Las mujeres hacen mucho por el gobierno de la Iglesia, comenzando por la religiosas, por las hermanas de los grandes Padres de la Iglesia, como san Ambrosio, hasta las grandes mujeres de la Edad Media: santa Hildegarda, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Ávila; y recientemente madre Teresa. (…) como sabemos, el ministerio sacerdotal, procedente del Señor, está reservado a los varones, en cuanto que el ministerio sacerdotal es el gobierno en el sentido profundo, pues, en definitiva, es el Sacramento el que gobierna la Iglesia. Este es el punto decisivo. No es el hombre quien hace algo, sino que es el sacerdote fiel a su misión el que gobierna, en el sentido de que es el Sacramento, es decir, Cristo mismo mediante el Sacramento, quien gobierna, tanto a través de la Eucaristía como a través de los demás Sacramentos, y así siempre es Cristo quien preside” (Cf. Encuentro del Papa con los sacerdotes y diáconos de la diócesis de Roma, 2 de marzo de 2006, n. 10: L´Osservatore Romano, edición en lengua española, 10 de marzo de 2006, p. 6.). No es el hombre quien gobierna, ¡es el sacramento! Por tanto no cabe hablar de discriminación. Es Cristo en definitiva quien gobierna. El actual Pontífice se ha mostrado sabio y delicado a la hora de aclamar la figura de la mujer así como en los momentos en los que ha recordado cuál no es su función y los motivos de ello. Bien puede pensarse que lleva en la mente aquel sentido agradecimiento que con motivo de la IV Conferencia Mundial sobre la mujer en Pekín redactó Juan Pablo II a modo de carta. Agradecimiento a las mujeres Benedicto XVI no cesará de reivindicar la riqueza del genio femenino. Ya lo ha hecho y, qué duda cabe, lo seguirá haciendo. En la visita que hizo a Angola las llamó “heroínas silenciosas”. El reflejo de esas manifestaciones comienza a dejarse sentir en muchos otros ámbitos de la Iglesia. Cómo no traer a cuento aquellas palabras de gratitud pensadas, escritas y pronunciadas por aquel gran poeta y Papa, Juan Pablo II, que hayan eco en su sucesor: “Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida. Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida. Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia. Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del « misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad. Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta « esponsal », que expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura. Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas”.

martes, abril 07, 2009

BENEDICTO XVI Y LA MUJER



Benedicto XVI y la mujer

Jorge Enrique Mújica
jmujica@legionaries.org




“Por desgracia somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud. Esto le ha impedido ser profundamente ella misma y ha empobrecido la humanidad entera de auténticas riquezas espirituales. No sería ciertamente fácil señalar responsabilidades precisas, considerando la fuerza de las sedimentaciones culturales que, a lo largo de los siglos, han plasmado mentalidades e instituciones. Pero si en esto no han faltado, especialmente en determinados contextos históricos, responsabilidades objetivas incluso en no pocos hijos de la Iglesia, lo siento sinceramente”. Con esta sensibilidad, con esta afirmación se expresaba Juan Pablo II en la carta que en 1995 escribió a las mujeres.

Es imposible e inútil imaginar una Iglesia sin la aportación femenina. Tan sin sentido que jamás un buen cristiano podrá esconderla y, mucho menos, negarla. En la homilía del Viernes Santo de 2007 ante la Curia Romana y el Santo Padre, el predicador de la casa pontificia, P. Rainero Cantalamessa, recordó que las mujeres son la esperanza de un mundo más humano, que nuestra civilización “tiene necesidad de un corazón para que el hombre pueda sobrevivir en ella sin deshumanizarse del todo”; de ahí que deba darse “más espacio a las razones del corazón" para evitar otra “era glacial” pues hoy se constata la avidez de aumentar el conocimiento pero muy poca la de aumentar la capacidad de amar, y ello tiene su explicación: “el conocimiento se traduce automáticamente en poder, el amor en servicio”.

Es un hecho. De un tiempo para acá, los Papas han sabido ir incardinando las aptitudes de la mujer en varios dicasterios y organismos de la vida de la Iglesia. Con Juan Pablo II se acentuó un periodo, si cabe decirlo así, fecundo de acercamiento y exaltación de los dones, valores, virtudes y vocación propios de la mujer; una valoración que ayudó a ver desde otra perspectiva, tanto a hombres como a mujeres, eclesiásticos o no, la participación de éstas en la vida de la Iglesia y el mundo.

Benedicto XVI ha seguido lúcidamente en esta línea. Como cardenal estuvo encargado de presentar, el 30 de septiembre de 1988, la carta apostólica que Juan Pablo II dedicara a las mujeres (La dignidad de la mujer, Mulieris Dignitatem, en latín). Como prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, el 31 de julio de 2004 regaló al mundo el documento “Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo”, que vino a revitalizar los escritos pontificios anteriormente aparecidos sobre el tema y a refrescar la importancia de la feminidad dentro de la Iglesia, en el mundo, y la necesidad de que la vocación natural, los dones y aptitudes de la mujer fuesen valorados por el varón y los de éste por ella. Ahora como Papa, las palabras de afecto y reconocimiento de Benedicto XVI hacia la mujer no han sido menores pese a que muchos se empeñen en tratar de hacer ver lo contrario.

Gestos y manifestaciones

EL 14 de febrero de 2007, durante la audiencia general, el Papa centró laudatoriamente la atención en las numerosas figuras femeninas que “desempeñaron un papel efectivo y valioso en la difusión del Evangelio”, subrayando que “no se puede olvidar su testimonio” (Cf. Las mujeres al servicio del Evangelio. Catequesis del Papa durante la audiencia general del miércoles 14 de febrero de 2007, n. 7: L´Osservatore Romano, edición en lengua española, 16 de febrero de 2007, p. 16.).

Con esa catequesis se evidenciaba aún más la trayectoria de reconocimiento público que Benedicto XVI ha venido siguiendo en comentarios puntuales hechos a través de entrevistas, homilías y discursos; una trayectoria que recoge, expone y valora el gran servicio y la aportación peculiar que la mujer ha prestado a la Iglesia y al mundo, reivindicando su protagonismo activo en el ámbito de las comunidades cristianas primitivas y a lo largo de la historia de todo el cristianismo. En esos comentarios también ha recordado clara y amorosamente el papel valiosísimo, aunque no ministerial, que la mujer desarrolla en nuestra actualidad dentro de la Iglesia.

En marzo de 2007, a través del presidente del Consejo Pontificio para los laicos, el arzobispo Stanislaw Rilko, Benedicto XVI concedió a la Unión Mundial de Organizaciones de Mujeres católicas (UMOFC), fundada en 1910, el estatuto de asociación pública internacional de fieles; un reconocimiento que, en palabras de la presidenta general, Karen Hurley, significa que se “honra los incansables esfuerzos de millones de mujeres fieles católicas activas en nuestra unión a nivel parroquial, diocesano, nacional e internacional”.

En el encuentro con los movimientos católicos para la promoción de la mujer, en Angola (22.03.2009), Benedicto XVI reconoció que “son las mujeres las que mantienen intacta la dignidad humana, defienden la familia y tutelan los valores culturales y religiosos”. El mismo Pontífice recordó nadie debe dudar que “las mujeres, sobre la base de su igual dignidad con los hombres, tiene pleno derecho a insertarse activamente en todos los ámbitos públicos y su derechos debe ser afirmado y protegido incluso por medio de instrumentos legales donde se considere necesario”. Ciertamente, también recalcó el Papa, “este reconocimiento del papel público de las mujeres no debe disminuir su función insustituible dentro de la familia”.

Maternidad como vocación de primer orden y máxima importancia

Quizá uno de los temas a los que, en el amplio campo de la mujer, más referencia y énfasis ha hecho el actual Santo Padre, ha sido el de la maternidad. Las palabras que al respecto ha pronunciado no se han limitado a la denuncia actual ante la creciente escasez de candidatas a desempeñar su natural vocación de madres y educadoras; ante todo, ha manifestado el aprecio personal y el valor de la maternidad en sí misma, pero no todo ha quedado ahí. El Papa se sabe hijo y entiende lo que esto entraña, por eso agradece a las madres el don de sí mismas, el estar abiertas a la vida. “Vivís y apostáis por la vida, porque el Dios vivo ha apostado por vosotras”, les dijo en Luanda Benedicto XVI (Cf. Discurso del Encuentro con los Movimientos Católicos para la Promoción de la Mujer, Parroquia de san Antonio, 22 de marzo de 2009).

A un párroco romano que le pidió unas palabras de aliento para las “mamás”, el Papa dijo:

“Decidles simplemente: el Papa os da las gracias. Os expresa su gratitud porque habéis dado la vida, porque queréis ayudar a esta vida que crece y así queréis construir un mundo humano, contribuyendo a un futuro humano. Y no lo hacéis sólo dando la vida biológica, sino también comunicando el centro de la vida, dando a conocer a Jesús, introduciendo a vuestros hijos en el conocimiento de Jesús, en la amistad con Jesús. Este es el fundamento de toda catequesis. Por consiguiente, es preciso dar las gracias a las madres por, sobre todo porque han tenido la valentía de dar la vida. Y es necesario pedir a las madres que completen ese dar la vida comunicando la amistad con Jesús” (Cf. Encuentro del Papa con los sacerdotes y diáconos de la diócesis de Roma, 2 de marzo de 2006, n. 10: L´Osservatore Romano, edición en lengua española, 10 de marzo de 2006, p. 5.).

Tiempo antes había ponderado el papel de la maternidad a propósito de la festividad litúrgica de santa Mónica exaltando cómo ella había vivido “de manera ejemplar su misión de esposa y madre ayudando a su marido Patricio a descubrir la belleza de la fe en Cristo y la fuerza del amor evangélico, capaz de vencer el mal con el bien” (Cf. Meditación mariana del Ángelus, 27 de agosto de 2006, n. 35: L´Osservatore Romano, edición en lengua española, 1 septiembre de 2006, p. 1.).

Benedicto XVI no se ha detenido a recordar obligaciones sino en hacer notar la belleza que hay detrás de la vocación de madre y, consecuentemente, de educadora; ante la exposición reaccionaria de ciertos grupos que se oponen a la realización de la mujer en el hogar, la familia, el matrimonio, la maternidad, el Papa ha hecho ver con delicadeza y afecto de padre y pastor cuán lejos está la mujer que no corresponde a su misión natural.

EL PRESERVATIVO NO ES LA SOLUCIÓN





El preservativo no es la solución
Carlos Pí
cpi@legionaries.org


Parece que hay competencia por atacar al Papa y a la Iglesia últimamente. Ya casi cualquier excusa es buena (la excomunión levantada a los obispos lefebvrianos, el caso Williamson… y ahora el tema de los preservativos). Y todo por decir lo que la Iglesia (junto con muchos expertos y gente sensata) siempre ha afirmado: que los preservativos no son la solución para el SIDA.

El Papa no dijo nada nuevo. Medios de comunicación, gobiernos, organizaciones… le han criticado por no reconocer el problema real del SIDA ni querer afrontarlo directamente. Y yo me pregunto, ¿es que han leído lo que dijo Benedicto XVI?

La respuesta fue completa y directa. El problema del SIDA es doble: por una parte, cómo evitar la difusión de esta enfermedad, que en algunos países es galopante; por otra parte, la atención a los que sufren esta enfermedad. El Papa dio una solución para ambas problemáticas: a la primera, humanizar la sexualidad (y aquí venía su crítica a los preservativos); a la segunda, la cercanía, amor y cuidado de todos los que sufren. Y en ambos campos, la Iglesia es pionera y punta de lanza.

Con estas respuestas, el Papa demostró que conoce muy bien la realidad del SIDA, mejor incluso que aquellos que le critican. Es un hecho que el mayor factor para la difusión del SIDA es la promiscuidad sexual. Los preservativos no pueden ser la solución, pues además de no ser 100% seguros contra la transmisión de enfermedades venéreas, promueven la promiscuidad, elevando así el riesgo de contagio.

La Organización Mundial de la Salud informaba hace algunos años que la proporción de fallo del condón para la transmisión del SIDA oscila entre el 10 y el 30%, dependiendo de si se emplea de manera consistente y correcta o no. Nótese que, incluso utilizándolo de manera correcta, hay siempre un riesgo nada despreciable de contagio. Con estos datos, la Dra. Helen Singer-Kaplan, de la Universidad de Cornell, concluía que "confiar en los preservativos es coquetear con la muerte".

Por su parte, el Harvard's Center for Population and Development Studies llegó a la siguiente conclusión en un estudio realizado sobre este tema: tras veinte años de experiencia, no hay ninguna prueba de que los preservativos ayuden a disminuir el SIDA; más bien parece lo contrario.

Es obvio: la mejor forma para detener el contagio es la abstinencia. Y esto no sólo lo demuestra la lógica más evidente, sino también los hechos. Tenemos el ejemplo de Uganda, donde el SIDA avanzaba de modo imparable con los planes de reparto masivo de condones, hasta que el presidente optó por cambiar estrategia e impulsó la educación en la castidad: promoviendo la abstinencia sexual antes del matrimonio y luego la fidelidad conyugal, se lograron reducir en un 65% las relaciones sexuales “casuales”, disminuyendo así la prevalencia del virus HIV en un 75% entre los jóvenes de entre 15 y 19 años, en un 60% entre los de 20 y 24 y en un 54% en el conjunto de la población. Los hechos hablan por sí mismos.

Pero a menudo, cuando se habla del SIDA, se olvida a los enfermos que lo sufren. El Papa no les ha olvidado y la Iglesia tampoco. Me gustaría saber qué hacen todos aquellos que dicen que la Iglesia no hace nada para combatir el SIDA: a cuántos enfermos han ido a visitar, consolar, animar, ayudar… ¿No están realmente preocupados por ellos?

Esto sí lo hace la Iglesia. La Iglesia sí se compromete con los que sufren. Basta ver a tantos misioneros, tantos religiosos y religiosas que lo han dejado todo (patria, familia, carrera, dinero, posibilidades de éxito…) para ir a cuidar, curar y acompañar a sidosos, leprosos, tuberculosos… poniéndose ellos mismos en riesgo de contagio, con el único deseo de llevar un poco de amor a esas personas que sufren tanto. Se calcula que el 25% de la atención mundial a enfermos de SIDA la ofrece la Iglesia Católica. Ningún otro estado, gobierno o institución se acerca, ni de lejos, a este compromiso con el mundo del sufrimiento.

Éstas son las soluciones que ha propuesto el Papa, soluciones que sí han sido y están siendo eficaces. No como el preservativo, que sólo sirve para que algunos hagan negocio. Ante los datos tan evidentes a este respecto, surge la pregunta sobre la intención de quienes promueven el uso de preservativos contra el SIDA: ¿se trata de ayudar a la sociedad africana o de aprovecharse de ella? Si se quiere ayudar, que se invierta más en educación, sistemas sanitarios, higiene y menos en condones. Que se renueve y humanice la visión que occidente tiene de la sexualidad, y que haya un verdadero compromiso con los que sufren esta enfermedad.